Construyendo colaboración entre la investigación comportamental y la práctica para mejorar la salud. 

Por Katherine Brown, University of Hertfordshire, United Kingdom

El contenido de esta entrada del blog se ha extraído en parte de mis experiencias de trabajo entre una universidad y un departamento de salud pública del gobierno local, con la oportunidad de aplicar mis habilidades de investigación, desarrollo de intervenciones y evaluación en la práctica.

Tanto si se encargan, gestionan, diseñan o prestan servicios sanitarios, lo más probable es que haya al menos un comportamiento que los usuarios de los servicios deban cambiar para que el servicio logre sus objetivos. Esto se debe a que, independientemente de la(s) enfermedad(es) a la(s) que se dirija su servicio, o de si éstas son transmisibles (por ejemplo, gripe, Covid-19, tuberculosis, infecciones de transmisión sexual) o no transmisibles (por ejemplo, enfermedades del corazón, EPOC, diabetes tipo 2, obesidad), la forma en que las personas se comportan contribuye a la carga global de la enfermedad. Esto no quiere decir que haya que culpar a las personas de su mala salud y considerarlas únicas responsables de su propia salud y bienestar. Todo lo contrario. El estado de salud de una persona también es consecuencia de determinantes genéticos, biológicos, sociales y ambientales. Tener en cuenta estos factores es fundamental para mejorar y proteger la salud.

La importancia de nuestro comportamiento en el control de la enfermedad se ha puesto de manifiesto a nivel mundial durante la actual pandemia de Covid-19, ya que se nos ha pedido a todos que nos mantengamos social/físicamente distantes, que nos lavemos las manos con regularidad y/o que utilicemos desinfectantes para las manos, que evitemos tocarnos la cara, que utilicemos mascarillas y que nos aislemos si creemos que tenemos síntomas del virus, o que hagamos cuarentena al volver de ciertos destinos de viaje. Cuando la gente hace estas cosas en número suficiente, se minimiza la propagación del virus y se mejoran los resultados sanitarios.

Una de las principales disciplinas de estudio e investigación dentro de la psicología de la salud es la comprensión de los complejos factores que interactúan y que influyen en que las personas adopten comportamientos que beneficien su propia salud, la salud de quienes les rodean y/o la salud de la población en general. Si somos capaces de entender lo que impulsa estos comportamientos, podemos crear o adaptar entornos y/o intervenir directamente de forma que aumenten los comportamientos saludables y disminuyan los insanos.

Disponemos de una base de datos significativa y de rápido crecimiento sobre lo que funciona para apoyar el cambio en toda una serie de comportamientos, entre los que se incluyen, entre otros, la participación en los servicios en primer lugar, la alimentación saludable, la actividad física, el comportamiento sedentario, la higiene de las manos, el cumplimiento de la medicación, el abandono del tabaco y la reducción del consumo de alcohol.

Estas pruebas deben incorporarse al diseño de los servicios sanitarios, de salud pública y de asistencia social. Durante demasiado tiempo, los psicólogos de la salud con experiencia en este campo y los que trabajan en la puesta en marcha o en la prestación de servicios, han actuado de forma individual. Los ensayos de intervenciones para el cambio de comportamiento pagados por prestigiosos financiadores de la investigación que han demostrado ser eficaces a menudo no llegan al uso y la práctica generalizados; muy poco de lo que ocurre en la práctica está totalmente basado en la evidencia o evaluado de forma sólida (si es que lo está).

¿Cómo ha sido usada la investigación comportamental para mejorar la salud pública? 

Quienes trabajan en organizaciones sanitarias y sociales llevan mucho tiempo interesados en cómo pueden utilizar y aplicar los datos de la investigación para garantizar servicios e intervenciones de la máxima calidad. En los últimos tiempos, esto ha incluido una mayor concienciación sobre la contribución de las ciencias del comportamiento y la psicología de la salud a la comprensión y el cambio de los comportamientos relacionados con la salud. Por ejemplo, en el Reino Unido, Public Health England publicó una estrategia nacional que aboga por una revolución de las ciencias sociales y del comportamiento en la política y la práctica de la salud pública. Del mismo modo, la Unidad de Cambio de Conducta del Consejo del Condado de Hertfordshire, de reciente creación, es contactada con frecuencia por autoridades de todo el Reino Unido y del resto del mundo para que les asesore sobre cómo pueden aplicar ellos también los métodos de cambio de conducta y las pruebas para mejorar la salud y el bienestar y hacer frente a los principales retos de la salud pública.

Como profesional de la salud, piense con flexibilidad en el sistema sanitario que tiene y en cómo se pueden aplicar los datos sobre el cambio de comportamiento, ya que a menudo no es necesario rediseñar todo el servicio. Por ejemplo:

  • Trabajamos con los comisionados y los proveedores de servicios para adaptar los servicios de control de peso de las familias en Coventry para que el contenido aplicara la evidencia sobre lo que se sabe que funciona para cambiar el comportamiento de alimentación y actividad física. Por ejemplo, incluimos la “fijación de objetivos”, la “planificación de la acción”, la “resolución de problemas” y la “revisión del objetivo conductual”, ya que sabemos que son intervenciones eficaces para el control del peso. 
  • “Wrapped” es una intervención de promoción del uso del preservativo basada en la teoría del cambio de comportamiento y en la evidencia de que, si es efectiva y rentable, puede ser entregada en línea por los servicios de salud. Uno de los predictores más fuertes del uso del preservativo en los jóvenes son las actitudes afectivas (basadas en la emoción) hacia ellos (por ejemplo, que reducen el placer e interrumpen el flujo del sexo). Una parte de la intervención se dirige específicamente a estas creencias negativas sobre el uso del preservativo reencuadrando su uso como algo erótico en vídeos de parejas reales que lo utilizan mientras mantienen relaciones sexuales.
  • “Stopapp” es una intervención breve para el cambio de comportamiento que aborda las barreras que encuentran los fumadores para acceder a los servicios existentes para dejar de fumar. Incluye la reformulación de las creencias que los fumadores suelen tener sobre la naturaleza de los servicios y rompe las barreras de oportunidad al permitir la reserva instantánea con recordatorios por correo electrónico y SMS para asistir.

Recomendaciones prácticas

¿Qué se puede hacer para fomentar la colaboración entre la investigación del comportamiento y la práctica para mejorar la salud?

  1. Los investigadores pueden establecer vínculos con los servicios sanitarios, los servicios de salud pública o los servicios asistenciales y sus comisarios que se ocupan de los temas que les interesan y aplicar su trabajo en la práctica. Si se aborda una necesidad sanitaria clara y demostrable, esta es una vía prometedora para atraer ingresos por subvenciones.
  2. Los servicios de salud o los líderes departamentales pueden considerar el uso de descripciones de puestos de trabajo y especificaciones de personas que utilicen las habilidades y los conocimientos de los psicólogos de la salud la próxima vez que tengan que cubrir un puesto en su equipo. Hay ejemplos disponibles en la British Psychological Society Division of Health Psychology Careers.
  3. Los comisionados u otras partes interesadas que prestan servicios de salud pueden ponerse en contacto con las universidades locales que cuentan con psicólogos de la salud y especialistas en cambio de comportamiento para ver si colaboran en el rediseño y/o la evaluación de los servicios. Es posible que puedan ayudar a solicitar financiación para apoyar la colaboración.

Traducido por Luis García-González y Alberto Aibar